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Lo que abre el amor, que no lo cierre el miedo.


sábado, 29 de noviembre de 2008

Amor en minúscula...


¿Cómo llegamos a las pequeñas cosas que nos cambian definitivamente? Un enigma, un milagro, un misterio, un dejarse llevar por los laberintos del macrocosmos que nos contiene y dejarnos recibir los regalos del Universo. Eso es a lo que llaman el amor en minúscula, un pequeño acontecimiento, aparentemente insignificante, que desencadena una serie de acontecimientos que pueden cambiarnos la vida de un momento a otro…
Llegando, llegué a este pequeño libro que, desde su sencillez, me hizo ver ciertas cosas de otra manera y del que aprendí algo que se me había olvidado, que encontrar no es buscar sino una disposición del alma.

"Mientras estés buscando, tu mirada se ancla en los límites de tus expectativas.
Por eso, mientras busques, no encontrarás nada realmente importante.
Para encontrar debes dejarte llevar. Mientras vayas con ideas preconcebidas, serás incapaz de ver lo que pasa ante tus narices."
(Del libro Amor en minúscula de Francesc Miralles)



lunes, 24 de noviembre de 2008

¿Será para bien? ¿Será para mal?



Éste es un cuentito que me regalaron no hace mucho y que, si bien ya lo conocía, me ha venido muy bien recordarlo. Ahora, cada vez que me sucede algo, bueno o malo, me digo a mí mimsa "¿será para bien? ¿será para mal? ¿quién sabe?" y os puedo asegurar que funciona, porque de esta manera, nada es tan bueno ni tan malo como puede parecer a simple vista...


Érase una vez un viejo campesino muy sabio al que un día se le escaparon dos caballos.Todo los vecinos se cogregaron rápidamente en su casa para decirle:
- Lo sentimos mucho. Qué mala suerte!!
A lo que el viejo campesino respondió:
- Quizás.
Al día siguiente los caballos volvieron a casa por sí solos junto con otros seis caballos salvajes.Todo el pueblo volvió a congregarse de nuevo en su casa:
- Nos alegramos mucho por tí. Qué buena suerte!
A lo que el viejo campesino respondió:
- Quizás.
Al día siguiente su hijo se rompió un brazo y una pierna intentando ensillar a uno de los caballos salvajes.Una vez más los vecinos se apresuraron a expresarle su opinión:
- Lo sentimos mucho. Qué mala suerte!
A lo que el viejo campesino respondió:
- Quizás.
Al día siguiente llegaron las tropas del ejército reclutando a los jóvenes. El hijo del campesino se libró de ir a la guerra porque tenía un brazo y una pierna rotas.De nuevo todo el pueblo se congregó en su casa ante la noticia:
- Nos alegramos mucho. Qué buena suerte!
A lo que el viejo campesino respondió:
- Quizás.

domingo, 16 de noviembre de 2008

La culminación


Arriba la mujer, el Yin.
Debajo el hombre, el Yang.
Nuestras diferencias esenciales,
de hombre y de mujer,
se funden.

Arriba mi agua,
Debajo tu fuego,
que, lentamente,
me lleva a la ebullición.

Si tu combustible quemaras
con ansiosa rapidez,
el fuego se apagaría inexorablemente
dejando mi agua apenas tibia.

Sólo conservando tu fuego
durante el tiempo preciso
harás que mi agua pueda hervir.
Entonces bastará con la llama más pequeña
para mantenerme ardiendo durante mucho tiempo.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Historia de un buen Brahma




Paseando por la web me he encontrado con esta curiosa historia de Voltaire que expresa, en un tono casi de humor, cómo los humanos nos enredamos en porques interminables en busca de la ansiada felicidad, perdiendo de vista, muchas veces, lo esencial, y sin darnos cuenta de que la tenemos delante de nuestras propias narices.
Me he tomado el atrvimiento de modoficar el lenguaje arcaico con el que estaba escrita para hacerla más amena y comprensible.
Espero que la disfrutéis.



En mis viajes encontré un brahma anciano, sujeto muy cuerdo, instruído y discreto, y con esto rico, cosa que le hacía más cuerdo; porque como no le faltaba nada, no necesitaba engañar a nadie. Era esposo de tres mujeres muy hermosas que gobernaban su familia y, cuando no se recreaba con sus mujeres, se ocupaba de filosofar. Vivía junto a su casa, que era hermosa, bien alhajada y con amenos jardines, una india vieja, tonta y muy pobre.
Un día me dijo: "Quisiera no haber nacido."
Le pregunté porqué, y me respondió: -"Hace cuarenta años que estoy estudiando, y los cuarenta los he perdido; enseño a los demás y, sin embargo, lo ignoro todo. Este estado me tiene tan aburrido y tan descontento, que no puedo aguantar la vida; he nacido, vivo en el tiempo, y no sé qué cosa es el tiempo; me hallo en un punto entre dos eternidades, como dicen nuestros sabios, y no tengo idea de la eternidad; consto de materia, pienso, y nunca he podido averiguar la causa eficiente del pensamiento; ignoro si es mi entendimiento una mera facultad, como la de andar y digerir, y si pienso con mi cabeza lo mismo que palpo con mis manos. No solamente ignoro el principio de mis pensamientos, sino también el de mis movimientos; no sé porqué existo, y no obstante todos los días me hacen preguntas sobre todos estos puntos; y como tengo que responder con precisión y no sé que decir, hablo mucho, y después de haber hablado me quedo confuso y avergonzado de mí mismo. Peor es todavía cuando me preguntan si Dios es eterno. A Dios pongo por testigo de que no lo sé, cosa que se nota en mis respuestas. Reverendo Padre, me dicen, expliquéme cómo el mal inunda toda la tierra. Tan adelantado estoy yo como los que me hacen esta pregunta: unas veces les digo que todo está perfectísimo; pero los que han perdido su patrimonio y sus miembros en la guerra no lo quieren creer, ni yo tampoco, y me vuelvo a mi casa abrumado por mi curiosidad e ignorancia. Leo en los libros antiguos, y me confunden más las tinieblas. Hablo con mis compañeros: unos me aconsejan que disfrute de la vida y me ría de la gente; otros creen que saben algo y se descarrían en sus desatinos, y todo esto se suma a la angustia que padezco. Muchas veces estoy a punto de desesperarme, al ver que al cabo de todas mis investigaciones, no sé ni de donde vengo, ni qué soy, ni adónde iré, ni qué ser."
Me causó lástima de veras el estado de este buen hombre, que era el más racional, y me convencí de que era más desdichado, el más sensible y el que más entendimiento tenía.
Aquel mismo día visité a la vieja vecina suya, y le pregunté si se había agobiado alguna vez por no saber qué era su alma, y ni siquiera entendió mi pregunta. Ni un instante en toda su vida había reflexionado en alguno de los puntos que tanto atormentaban al buen brahma; creía con toda su alma en Dios y se tenía por la más dichosa mujer, con tal que de cuando en cuando tuviese agua para bañarse. Atónito de la felicidad de esta pobre mujer, me volví a ver a mi filósofo y le dije:
-¿No tienes vergüenza de tu desdicha, cuando junto a tu vive una vieja utómata que no piensa en nada y vive contentísima?
-Tienes razón –me respondió-, y cien veces me he dicho que sería muy feliz si fuera tan tonto como mi vecina; pero no quiero gozar semejante felicidad.
Me golpeó aún más esta respuesta del buen hombre que todo lo que me había dicho antes; y examinándome a mí mismo, ví que efectivamente yo tampoco quisiera ser feliz a cambio de ser un majadero.
Se propuso el caso a varios filósofos, y todos pensaron como yo. No obstante, me decía a mí mismo, rara contradicción es pensar así, porque al cabo lo que importa es ser feliz, y nada cuenta tener entendimiento o ser necio. También me dije: los que viven satisfechos con su suerte, no dudan de vivir satisfechos; y los que discurren, dudan de discurrir bien. Entonces, está claro que uno debería escoger no tener pizca de razón , si la razón contribuye a nuestra infelicidad. Todos pensaron igual qu eyo, pero ninguno estuvo dispuesto a volverse tonto por vivir contento.
De aquí saco que si hacemos mucho aprecio de la felicidad, más aprecio hacemos todavía de la razón. Y pensándolo bien, parece que preferir la razón a la felicidad, es un desatino descomunal. ¿Pues, cómo explicamos esta contradicción? Igual que todas las demás, y sería el cuento de nunca acabar.




lunes, 10 de noviembre de 2008

La (verdadera) historia de las cosas

No tenemos más derecho a consumir felicidad sin producirla, que a consumir riqueza sin producirla. George Bernard Shaw (1856-1950) Escritor irlandés.

"The Story of the Stuff", uno de los documentales sobre economía más vistos en el mundo. El tono didáctico y sencillo hace que cuestiones complejas, como la economía de consumo, puedan ser entendidas por cualquier persona.
Algo que no se enseña en las facultades de economía pero que ahora, con la crisis, nos puede ayudar a abrir los ojos (o a cerrarlos si es delante de la TV). De veras que no os podéis perder este didáctico vídeo (en 3 cortos de youtube) sobre el funcionamiento del mercado. Merece la pena.








(Gracias Laura)

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Nadie se cruza por azar


El momento elegido por el azar vale siempre más que el momento elegido por nosotros mismos.
Proverbio chino

Las personas entran en tu vida, por una RAZÓN, por una ESTACIÓN o por una VIDA ENTERA.
Cuando percibas cual es el motivo, vas a saber qué hacer con cada persona.
Cuando alguien está en tu vida por una RAZÓN ... ... es, generalmente, para llenar una necesidad que has demostrado tener.
Ellas vienen a ayudarte con una dificultad, proporcionarte apoyo y orientación, ayuda física, emocional o espiritual.
Podrán parecer un regalo del Universo y lo son!!!
Están ahí por la RAZÓN que tú necesitas que estén ahí.
Entonces, sin ninguna actitud errónea de tu parte o en una hora incierta, esa persona dirá o hará alguna cosa para que la relación llegue a su fin.
Algunas veces, esas personas mueren.
Algunas veces, simplemente se van.
Algunas veces, actúan y te fuerzan a tomar una posición.
Lo que debemos entender es que nuestras necesidades han sido atendidas, nuestros deseos cumplidos y el trabajo de ellas hecho.
Tus oraciones han sido atendidas.
Y ahora, es tiempo de marcharse.
Cuando las personas entran en nuestras vidas por una ESTACIÓN ...
... es porque llegó su vez de repartir, crecer y aprender.
Ellas te traen la experiencia de la paz, o te hacen reír.
Ellas te podrán enseñar algo que nunca has hecho.
Ellas, generalmente, dan una cantidad enorme de placer.
Cree!!!
Es real!!!
Pero solamente por una ESTACIÓN.
Relaciones de una VIDA ENTERA ...
... Enseñan lecciones para la VIDA ENTERA. Cosas que debes construir para tener una formación emocional sólida.
Tu tarea es aceptar la lección, amar a la persona y poner en práctica lo que has aprendido en todas tus otras relaciones y áreas de tu vida.

Se dice que el amor es ciego, pero la amistad es clarividente.

Para aquí ... y simplemente sonríe.

Trabaja como si no necesitases el dinero.
Ama como si nunca te hubiesen lastimado.
Baila como si nadie te estuviese observando.
El mayor riesgo de la vida es no hacer nada.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Va por vosotros



Cada poema es único.
En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema.
Y no es insólito que lo encuentre:
Ya lo llevaba dentro.

Octavio Paz (1914-1998) Poeta y ensayista mexicano.




Cuando tenía catorce años, iba caminando una tarde hacia la casa del que sería mi primer amor y en el camino, me sorprendió una poesía. Sí, me sorprendió ella a mí. Empezó a dictarse en mi mente, así, sin más, del tirón. Y, cuando por fin, llegué a su casa, le pedí papel y lapiz y la escribí (creo que nunca llegué a dársela). Ésa fue mi primera poesía y, desde entonces, fue como si un caudal se hubiera abierto dentro de mí y ya no pude parar.
Hubo años de sequía, años en los que, ahora a la distancia lo veo, estuve alejada de mí misma y, por eso no escribía. Pero, afortunadamente, fueron pocos.
Durante todos estos años escribí y escribí y lo hice para mí. Escribía a modo de terapia (por llamarlo de alguna manera) o de autoconocimiento, a modo de desahogo y, a veces también, para liberar mi mente de tanto pensamiento que si no sacaba acabaría por roerme sin siquiera darme cuenta.
Muy pocas veces compartía con alguien mis escritos y no se trataba de un acto egoísta sino porque consideraba que lo que escribía para mí no podría tener valor para nadie. Es decir que no lo compartía por miedo, por falta de confianza en mí misma y en lo que hacía, por temor a que alguien pudiera destruirme ese tesoro que era tan mío, como si fueran a descubrir mi escondite o a burlarse de mi alma.
Por eso, iniciar este blog fue más un desafío hacia mí misma, un acto de coraje antes que una necesidad de hacerme ver u oír.
Dejé de centrarme en si era realmente bueno o no lo que escribía y empezó a importarme más tener la capacidad de llegar al corazón, despertar un sentimiento, ofrecer mis palabras, humildemente, para que otros pudieran nombrar lo que sentían.
Lo que vino después ha sido sólo un regalo, un premio para mi alma y un incentivo a no detenerme. Había personas del otro lado que se sentían tocadas, de alguna manera, con una frase que yo había escrito y eso me parecía extraordinario, casi mágico.
No todo lo que plasmo en este rincón (que ya no es sólo mío) es producción propia, a la vista está. Pero sí, todo lo que aquí escribo, pasa por mi corazón. Algunos son cuentos que me han contado, mensajes que me han llegado a través de personas que quiero, recuerdos, dudas, aprendizajes, deseos. Es como un cuaderno, de los muchos que tengo y que siempre llevo conmigo, en el que voy tomando notas de lo que me gusta o me hace pensar y en el que pruebo incursiones a otros géneros literarios (si es que lo que aquí hay puede llamarse literatura).
Este blog no es un diario. No narra mi vida, aunque lo haga de alguna manera y sin quererlo sólo por ser parte de mi. Muchas veces anoto cosas en él que no tienen nada que ver con el momento que estoy viviendo porque, como dijo el escritor mexicano Doménico Cieri Estrada, "La poesía no tiene tiempo, el que la lee la rescata, la hace presente y luego la regresa a su eternidad."
Por eso a veces saco de la manga algún poema antiguo o pongo algo que me han mandado y me gustó. No hay un por qué en cada post, ni me interesa que lo haya. De vez en cuando puede coincidir, pero no es una lógica que siga.
Y para muestra, aquí os dejo de regalo aquella primera poesía que escrbí una tarde caminando hacia la casa de mi primer amor...
Ah... me olvidaba de lo más importante: el valor de mis palabras no sale de mí, sino de quienes están del otro lado leyéndome. Sé que sonará a pelota, pero es la realidad, al fin y al cabo, ¿de qué servirían mis palabras si tú no estuvieras ahora leyendo lo que escribo? Así que ante tí me quito el sombrero y te digo modestamente... ¡GRACIAS!


Quiero ser Dios

Quiero ser Dios
Y ser todopoderosa
Y poner en tu camino
La más linda de las rosas.

Quiero ser Dios
Y estar en tu pensamiento
Para que en él no figure
Ni el más penoso tormento.

Quiero ser Dios
Y tomarte de la mano
Y así juntos volaremos
Lo más alto que podamos.

Quiero ser Dios
Y ser solamente tuya
Para decir que te quiero
Sin que tu mirada huya.



La poesía es un recuerdo de los mejores y más felices momentos de los mejores y más felices ingenios.
Percy Bysshe Shelley (1792-1822) Poeta británico.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Consuelo


Ayer conversaba con una amiga que, indignada, quería que yo le aclarase una duda. Quería saber “¿cuándo llegaría el día en el que inventaran un eficaz, accesible y cómodo consolador para hombres? Al menos, me decía, así sabremos que, cuando nos buscan, lo hacen porque les interesa nuestra conversación!!!!” Estaba realmente indignada y seguía diciéndome, “es que, en cambio, con nosotras lo tienen mucho más claro.”
“¿Tú crees?”
Le pregunté yo, inocentemente.
“¡Pues claro!” Me dijo convencida y me explicó, “como los consoladores para mujeres son cada vez mejores y más económicos, ellos saben que cuando los buscamos vamos a por el dinero!!!”
La conversación puede parecer vulgar, pero luego me lo quedé pensando fríamente y, francamente, creo que la indignación de mi amiga no andaba tan errada.
¡Seamos sinceras mujeres! ¿Cuántas veces nos hemos quejado de que los hombres siempre piensan con lo mismo?
Es más, el otro día me decía un amigo, “es que vosotras no sabéis leer el contrato”.
“¿Qué contrato?” le pregunté y, esta vez, la indignada era yo que no sabía que los sentimientos pudieran regularse con un contrato, “¿ése que dice que debemos estar dispuestas a daros lo que buscáis y luego no pediros nada más allá de eso? ¿Ése que dice que no debemos pretender que os impliquéis sentimentalmente luego de haber pasado por nuestra casa y por nuestra cama cuántas veces os ha venido en gana?”
Estaréis pensando que generalizo y, las generalizaciones, claro, no son buenas. Pues, afortunadamente no estoy generalizando pero, lamentablemente, casi.
Algunos, con el tiempo, aprenden.
Sin ir más lejos, este verano estaba en la piscina con una amiga que había venido acompañada por un ex novio que, a los cuarenta años, había tomado la decisión de casarse, después de haber vivido del cuento del famoso contrato, y nos decía, “lo que pasa es que los hombres no saben distinguir un rollo de una relación” y pasó a explicarse, “un rollo es algo que pasa una vez porque sí, por casualidad, porque se da la ocasión y, mira por donde, ambos estamos de acuerdo; pero ¿qué pasa cuando ese rollo se repite más de dos o tres veces?”
“¿Qué pasa?” le preguntamos las dos, casi al unísono.
“Pasa que ese rollo se transforma en relación, porque, en medio de ese vernos a menudo y mantener relaciones, uno de los dos comienza a implicarse, indefectiblemente, sino los dos y, entonces, ¿qué pasa si en medio de esa frecuencia uno de los dos conoce a otra persona y decide poner fin a la historia? Pasa que el que se queda, se queda hecho polvo”.
Y aquí no se trata de hombre o mujer sino de que hay uno que da y otro que recibe y, como me explicaba hace poco un amigo terapeuta, el que más recibe siempre es el que acaba rompiendo la relación porque, inconscientemente, no se siente a la altura de retribuir todo lo que está recibiendo.
En el momento me mostré en desacuerdo con esa afirmación, “¿cómo?”, le dije, “si estoy cansada de ser yo quien corte las relaciones porque siento que de tanto dar y no recibir nada a cambio me quedo vacía?”
“Claro”, me explicó, “tú tomas la decisión, pero el otro ya lo había hecho antes con sus actitudes”.
“Mmm, es realmente interesante”,
pensé.
Entonces pasó a exponerme como funciona el pensamiento de un hombre y como el de una mujer, con un ejemplo simbólico.
“Un hombre y una mujer se encuentran en un bar”, me dijo.
“El hombre la ve y piensa, ¡qué buena está! (sexo), se acerca a ella y empiezan a hablar ¡interesante lo que dice! (cabeza), ¡si hasta parece ser una buena persona! (corazón).
La mujer, en cambio, lo ve y piensa, ¡podría enamorarme de él! (corazón), ¡qué interesante todo lo que dice! (cabeza) y ¡además está bueno! (sexo)”.
Se supone que todo esto ocurre en una milésima de segundos, lo interesante es coincidir y lo más complicado, claro!
En definitiva, en lugar de seguir construyendo consoladores, ¿por qué no nos preocupamos más en conocer nuestras diferencias, acortar las distancias, disfrutar de nuestras coincidencias y, como dice Gioconda Belli, apreciar la disimilitud de nuestros cuerpos?

sábado, 1 de noviembre de 2008

Hoy me fui de tus brazos


Hoy me fui de tus brazos victoriosa
y con rosas naciéndome en la piel que habías tocado.
Y, sin embargo, sola…

Hoy me fui de tus brazos con mi amor desbordado
y, aunque te hayas quemado en mi cintura…
hoy me fui de tus brazos y estoy sola,
pero aún florecida de esperanzas.

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